Al fusionarse con la niebla tóxica elevó el nivel de las peligrosas partículas PM10 hasta dos mil microgramos por metro cúbico.
Según las autoridades meteorológicas, las PM2.5 se mantuvieron en 200 microgramos, mientras las emisiones de dióxido de azufre y nitrógeno también estuvieron dentro de los límites menos nocivos.
Como consecuencia, se empeoró la visibilidad en las vías públicas y muchas escuelas terminaron antes de tiempo las clases para que los estudiantes estuvieran resguardados en sus casas.
Beijing y otras 33 localidades del norte de China están desde el lunes bajo alerta naranja -la segunda de mayor importancia- por la presencia de una niebla contaminada, la cual debía disiparse este miércoles con la llegada de un frente frío.
La polución es consecuencia del reinicio de las operaciones en las fábricas y las obras constructivas, tras concluir la etapa que prohibió esas labores durante el invierno.
China batalla contra el deterioro ambiental con disposiciones cada vez más drásticas para garantizar una disminución de 10 por ciento en las emisiones contaminantes este año.
Nuevas medidas de la administración central y los gobiernos de las provincias más afectadas por el fenómeno -en su mayoría ubicadas en el norte del país- permitieron que en el pasado invierno hubiera predominio de días soleados con aire limpio.
Sin embargo, aunque en 2014 las autoridades chinas declararon la guerra a la polución y desde entonces disminuyeron fuentes contaminantes, todavía preocupa la presencia de las partículas PM10 y PM2.5, que además de dañar la salud humana constituyen un obstáculo en los planes nacionales de desarrollo.
