A través de ese mecanismo, la Fed lanzó un estímulo consistente en comprar los bonos mencionados a bancos comerciales e instituciones financieras para que fueran empleados en actividades productivas y así impulsar la economía.
Dicha estrategia ocasionó que el banco central acumule en su balance dichos billetes con un valor de al menos 4,5 billones (millones de millones) de dólares, los cuales fueron pagados con dinero fresco.
Al mismo tiempo, el organismo no elevó sus tasas de interés de referencia, que se mantienen en el rango de 1,00 a 1,25 por ciento, pero indicó que es probable una nueva subida este año, y otras tres en 2018.
La entidad se mostró más optimista sobre el crecimiento económico en 2017, al pronosticar que el Producto Interno Bruto se incrementará 2,4 por ciento, dos décimas por encima de su proyección de junio pasado.
Por otra parte, redujo su perspectiva de inflación de 1,7 a 1,5 por ciento para este año, y de dos por ciento a 1,9 por ciento en 2018, lo que significa que no alcanzará su meta de dos puntos porcentuales hasta 2019.
