Opinión

G20 en India, una Cumbre comprometida y una mención a Bali

Nueva Delhi, sede de la magna cita que asume la India como presidenta del bloque, abrirá los días 9 y 10 de septiembre, engalanada y calurosa, las puertas a los mandatarios y altos representantes del G20, en un intento de crear un ambiente acogedor y de confraternidad que permita debates fructíferos y acuerdos cruciales sobre temas indispensables para la supervivencia de la humanidad.

El enfrentamiento al cambio climático, sistemas sanitarios más fuertes y resilientes para controlar posibles desafíos, estrategias para garantizar la seguridad alimentaria y energetica en un mundo cada vez más escaso de recursos, entre otros aspectos deben ser establecidos con el desarrollo de la reunión.

Así se lo ha propuesto la nación asiática desde que heredó en noviembre de 2022 de Indonesia en la Cumbre de Bali la dirección de un bloque ampliamente polarizado en un momento de crisis multidimensionales sin precedentes.

Además de los efectos devastadores de la pandemia de Covid-19 como la recesión económica, el aumento de la pobreza, la desaceleración de la recuperación global y la obstaculización del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, la referida cita en el balneario indonesio estuvo marcada por la operación especial de Rusia contra el nazismo en una Ucrania.

Dicha tensión geopolítica, la cual involucra a miembros del bloque como Estados Unidos y la Unión Europea que influyen en la prolongación del conflicto con el apoyo político, militar y financiero continuo al gobierno de Kiev, signó el ambiente y los debates del cónclave.

Después de seis rondas de conversaciones y más de 17 días de negociaciones, la Cumbre de Bali culminó con una declaración conjunta, que en su tercer punto incluyó la denuncia contra Moscú impulsada por Estados Unidos y sus aliados europeos aún cuando el G20 es un foro económico comercial y no para resolver cuestiones de seguridad.

Por otra parte, el texto, de 52 puntos, contiene prioridades como el compromiso a trabajar por la seguridad alimentaria y energética; un comercio eficiente, justo y equitativo, por el enfrentamiento al clima y la biodiversidad, el fortalecimiento de los sectores sanitarios ante nuevos desafíos y el avance de la transformación digital al alcance de todos, entre otros aspectos.

Estos últimos aspectos los hizo suyo la India a cargo actualmente del bloque, pero con la motivación añadida de asumir la voz del Sur Global, de aquellas naciones poco representadas en el G20 y que sufren el mayor impacto de las amenazas al planeta como el cambio climático, el cual mantiene en vilo a la mayoría de la humanidad.

Asimismo, los países del sur están en peores condiciones para enfrentar su recuperación por la disparidad económica y financiera que tienen frente a los miembros del G20, que representan alrededor del 85 por ciento del Producto Interno Bruto mundial y más del 75 por ciento del comercio internacional, un dato que siempre viene a bien reiterar.

Por lo pronto, ya se acerca la Cumbre, una cita que resume las más de 200 reuniones organizadas por la presidencia india bajo el lema “Una Tierra. Una familia. Un Futuro, que refleja, entre otros aspectos, el criterio de la posibilidad de convivir, pese a las diferencias, en un mundo multipolar con el trabajo mancomunado en la salvacción de la especie humana.

¿Estará el G20 preparado para asumir esa verdad? A criterio personal no hay muchas esperanzas al respecto, ya han pasado 17 reuniones, los compromisos se mantienen; sin embargo las diferencias se agudizan y el panorama mundial empeora, pero la última palabra la dará la declaración final de Nueva Delhi.

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