Educación

Los docentes demandan más herramientas para prevenir el acoso escolar

Los protocolos existentes para resolver los casos no contemplan hablar con los alumnos que que observan el bullying

«Me clavaron un boli en la mano y lo intentaron en el cuello»

 

BELÉN RODRIGO

Los números referentes a las situaciones de acoso escolar en España son alarmantes puesto que aseguran que nueve de cada diez casos se quedan impunes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que entre enero de 2021 y febrero de 2022 se detectaron 11.229 casos graves de bullying, lo que sitúa a España como uno de los países europeos con más incidencia de acoso escolar.

Desde la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae) denuncian que los protocolos existentes fallan, que no previenen ni abordan las necesidades de las familias y de sus hijos y que las cifras oficiales solo reflejan la punta del iceberg. No se puede olvidar que el bullying puede ser el detonante de depresiones, violencia, consumo de drogas e, incluso, intentos de suicidio.

Hablamos de acoso escolar «cuando se focaliza una actividad negativa contra un alumno de manera repetida por un grupo o por un alumno que es siempre el mismo», comienza por recordar Luis Martínez-Abarca, director del Área de Colegios CEU. Reconoce que el acoso escolar siempre ha existido, pero «es cierto que no estaba tan presente como ahora. Hay un elemento que lo multiplica, las redes sociales y un mundo de aparente impunidad a través del teléfono. «Todo ello no beneficia nada las relaciones personales sanas», añade.

Lo más habitual es encontrarse con denuncias de acoso a partir de los 9 años y por su experiencia asegura que «a estas edades, una vez abiertos los protocolos, casi siempre no hay nada». Sin embargo, «encontramos situaciones graves e importantes a partir de 12-13 años».

Lorena Pedrajas López, directora del Máster en Psicopedagogía de la Universidad Nebrija, está llevando a cabo una investigación con la Universidad de Navarra para tratar de entender de dónde viene el tema del acoso escolar. «Por mucho que estemos concienciados, algo no cuadra. La Ley de convivencia se convierte en algo obligatorio, pero parece ser que todo es burocracia». Observa que el profesorado intenta «apagar los incendios, trata de resolver los casos, pero no se trabaja en prevención que es donde está el problema. Hay que saber de dónde viene y por qué no se previene», cuenta Pedrajas López.

En la primera parte de esta investigación constata que «la mayoría de los planes de estudio de los futuros maestros no tienen una asignatura específica de acoso escolar, por lo que este tema queda a la libertad de cátedra de un maestro». Resalta el hecho de que no se obligue a tener una formación en esta materia y por el contrario se exige la parte burocrática.

«Puede que el docente no esté preparado, que no sepa trabajar los conflictos en su vida personal. Los centros educativos y los maestros hacen lo que pueden con las herramientas que tienen, pero en general, tristemente, los centros educativos con los casos más graves suelen mirar hacia otro lado porque no saben hasta dónde pueden llegar», se lamenta la docente.

No comparte la forma con la que se trata de solucionar los casos de bullying en los centros educativos. «¿A quién se expulsa? También hay observadores que han empujado a un niño a hacer lo que hizo. El protocolo contempla escuchar al acusador y al acusado, pero hay un contexto», resalta. Además, en algunos casos, un niño acosado en un colegio puede ser el acosador cuando cambia de centro, no se ha tratado el problema de raíz y puede irse al extremo opuesto».

En su opinión, «habrá conflictos más sencillos, pero otros en los que cuando traspasas ciertos límites no es justo para los que están siendo educados no participar en esto y ver que lo que han hecho no trae nada bueno». Consciente de que cada niño trae su formación de casa, «en el colegio hay democracia, respeto a lo demás y ese contenido hay que trabajarlo. No es culpa del docente, pero necesita formación para aprender a mediar, a no posicionarte, a que el alumnado hable y falta formación en los temas transversales».

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Alcalá de Henares en el que participó Lorena Pedrejas López, mostró que cuando en los centros se motiva a que las familias participen en las actividades, se promueve de forma activa la convivencia. «Promueven la escucha activa, la comunicación… Este desfile de habilidades se traduce en respeto», resalta.

Otro de los aspectos que más preocupa en relación al acoso escolar es que cada vez llega a edades más tempranas lo que se asocia, en parte, al uso muy generalizado de las redes sociales, incluso cuando los niños son pequeños.

«Empiezan a usarlas muy pronto y les hace sentirse mayores. Las niñas se sienten mujeres antes y los niños descubren las relaciones muy pronto y no sé si esto también influye», se pregunta la directora del máster de la Universidad Nebrija. A lo largo de su trayectoria profesional ha visto casos muy diferentes de acoso escolar, desde las bromas al alumno nuevo que no se adapta, hasta temas muy graves relacionados con asuntos sexuales «tan terribles que no sabemos cómo abordarlos». Y por dicha experiencia siente que lo casos «no son culpa de nadie, pero son culpa de todos».

Las familias

En los temas de acoso escolar, «nunca podemos dejar de lado a la familia. Deben conocer cómo actuamos en los colegios, el modelo de gestión que seguimos», subraya Luis Martínez-Abarca, director del Área de Colegios CEU.

Reconoce que a veces se presentan algunas dificultades con los progenitores pero que, por regla general, «las familias son colaboradoras». Eso sí, es habitual que exista mucha «incredulidad» en la familia del acusado, que no se explica los actos que ha podido llevar a cabo su hijo.

Lorena Pedrejas López cree importante que las familias también reflexionen en el por qué suceden estas cosas. «Veo a padres y madres decir a su hijo que es un inútil y eso se puede traducir en un insulto del niño a uno de su clase. Los niños son esponjas y hay familias que no saben hablarse. Siempre digo que la asignatura más difícil es la de aprender a ser, y es la que suspendemos», comenta.

En la última fase de la investigación que está llevando a cabo la Universidad de Navarra en colaboración con la de Nebrija se pretende ayudar a los centros educativos a que vean cuáles son los puntos que deben reforzar para mejorar y darles un apoyo formativo. Y es que tal y como recuerda la directora del máster, «si nos quedamos en datos estamos en lo mismo, es burocracia. Tenemos que abrir los ojos a quien crea la burocracia y a los legisladores para que sepan que tienen que existir herramientas para trabajar este tema».

En los Colegios CEU llevan ya más de cinco años trabajando con el programa AVE para la prevención del acoso y violencia escolar. «El colegio debe actuar antes de que se produzcan problemas de acoso escolar. Es necesario trabajar para prevenir», explica el director del Área de estos centros. «Exige un enorme trabajo, mucho compromiso y tener un equipo especializado que te permita trabajar educativamente y no reactivamente », añade.

En estos años «los resultados han sido incluso mejores de lo esperado. Se ha reducido mucho el índice de denuncia y las relaciones con los alumnos son actualmente más sanas», afirma el responsable. Gracias a las pruebas que realizan a los alumnos al comienzo y a mitad de curso, los docentes pueden conocer con detalle el estado de la salud emocional de los distintos grupos para saber cuándo se puede producir un problema y, de este modo, actuar antes.

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