La República Dominicana debe actualizar legislación sobre trata de personas
La Cancillería promete someter proyecto en próxima legislatura del 27 de febrero
La República Dominicana no está exenta de la trata de personas, un delito que se relaciona con la migración, sobre todo la irregular, con la pobreza y la desigualdad, e impacta en especial a las mujeres y las niñas.
Según Jatzel Román, viceministro del Ministerio de Relaciones Exteriores, desde esa institución se es “duro” con los tratantes y traficantes de personas. “Pero también duro con las causas que hacen que esta práctica encuentre terreno fértil”, afirmó.
Román informó que en el comienzo de la nueva legislatura que se inicia el 27 de febrero en el Congreso Nacional se someterá una nueva ley sobre la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes, como una herramienta para judicializar de manera más efectivas a los criminales.
La trata de personas se manifiesta en diferentes modalidades como la explotación sexual, explotación laboral, matrimonio forzoso, mendicidad forzada, servidumbre doméstica, entre otras. Un recién estudio cualitativo realizado en 11 municipios del país reveló que todas las modalidades de la trata están presentes.
La explotación sexual fue la modalidad de trata con más víctimas en los pueblos estudiados que son Sosúa, San Felipe de Puerto Plata, Santiago, San Francisco de Macorís, Santo Domingo Oeste, Santo Domingo Este, Boca Chica, Distrito Nacional, Higüey, La Romana y San Pedro de Macorís.
El estudio cualitativo, presentado por Participación Ciudadana, destacó que, en las zonas turísticas de Boca Chica, Higüey, Puerto Plata y La Romana la explotación sexual comercial es “más aguda”. En el caso particular de Boca Chica, existe una “fuerte concentración” en la captación de la población infantil y adolescente como víctima de explotación sexual comercial.
Josué Gastelbondo, jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la República Dominicana, destacó la importancia de la actualización de la legislación sobre la trata de personas en el país.
«Es muy complejo el volumen de leyes que quiere impulsar el Gobierno en un período tan corto. Pero esperamos que esta ley tenga una muy buena acogida por el valor que tiene por la institucionalidad y para el marco normativo del país», manifestó.
Gastelbondo también abogó por la formación en cuanto al tema en los servidores públicos, desde los fiscales y los agentes policiales, quienes abordan el tema de la trata de personas, ya sea para perseguirla y otra para judicializar el delito.
Las mujeres, principales víctimas
Tahira Vargas, antropóloga social, reiteró que la República Dominicana es un país de origen, destino y tráfico de migrantes y de trata de personas ante sus permanentes flujos migratorios internos y externos.
Vargas, investigadora sobre la trata de personas, explicó que las raíces estructurales están en que el país todavía no ofrece oportunidades de fuentes de ingresos, sobre todo a la mujer pobre de las comunidades rurales y urbanas marginales.
«Las mujeres migrantes y víctimas de trata tienen una característica de baja escolaridad y de deserción escolar debido a un sistema educativo con poca calidad que no le permite conectarse con fuentes de ingresos en otros países que no sean de riesgo», reveló.
Vargas abogó por una revisión en el país de la política migratoria estricta, que se disminuyan las barreras económicas, que no se criminalicen los migrantes irregulares, que haya más consecuencias en la justicia hacia la paternidad irresponsable y plantear el tema de la masculinidad.
Josué Gastelbondo, jefe de la misión de la OIM en el país, dijo que 189 países reportaron hasta el 2018 una cifra de 156,330 personas víctimas de trata de personas. Explicó que el 40 % de las víctimas de trata de personas rescatadas en el Centroamérica y el Caribe es mujer, en igual porcentaje las niñas y el resto se reparte entre hombres y niños. Explicó que los datos revelan que las víctimas de trata de personas cambien según el lugar del mundo: en África Subsahariana la mayoría son niños, mientras que en Europa del este y Asia central son adultos. Pero todos tienen algo en común: las mujeres siguen siendo las principales víctimas.