Educación

Aprender a emprender también es cosa de niños

Nieves Mira

España sigue estando a la cola de los países emprendedores. Si la media europea de la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA, por sus siglas en inglés) es de 7,8%, en nuestro país esta desciende hasta el 5,7%, según el último informe mundial GEM. A la carencia de una cultura del emprendimiento se le une la ausencia de programas educativos en todos los niveles que proporcionen las herramientas necesarias a los estudiantes que les permita, si así lo desean, crear su propio negocio en el futuro.

Consciente de este déficit formativo que sufrió en primera persona, Pedro Carrillo dirige en Asturias su escuela de niños emprendedores, para enseñar a los más pequeños cómo pueden sacar adelante su proyecto empresarial. Con sede en Jerez, Sevilla y Gijón, EpicKids Lab se ha convertido en pocos meses en una actividad complementaria para quienes buscan dar a sus hijos una educación diferencial. «Esa carencia que yo sentí al finalizar mis estudios es lo que trato de implementar, las habilidades de emprendimiento para que, de una forma natural y divertida, los niños aprendan y sea parte de su formación. Que descubran cómo pueden poner en marcha sus propios proyectos sin depender de nadie, para ser autosuficientes», cuenta Carrillo.

El programa de emprendimiento infantil, que es el eje principal sobre el que se construye esta escuela, está dirigido a menores de entre 5 a 18 años, y el único requisito es que tengan ganas de «aprender jugando», según reconoce su director. Él es uno de los «pilotos» que enseña el camino a los niños en un ambiente mucho más parecido al de empresas como Google o Facebook (con césped artificial, cojines en el suelo, áreas de descanso…) que a una escuela al uso. La duración del curso estándar es de dos años, divididos en cuatro horas semanales, aunque se podría hacer de manera intensiva, o incluso en más años. Además, desarrollan también lo que llaman «business camp», que tienen una duración de 2 a 5 días y donde trabajan con retos reales que las empresas del entorno les exponen y en los que los niños trabajan durante todo el día.

En EpicKids, cada alumno tiene su propio proyecto individual sobre los temas que más le gusten o preocupen. De momento, una de las niñas más pequeñas (5 años), trabaja para acercar los ponis y caballos a las escuelas asturianas; otra monta su propio negocio de moda deportiva femenina, y algunos incluso desarrollan ya su plataforma de intercambio de videojuegos. «Los vinculamos emocionalmente con sus proyectos, desde la creación del logo, la determinación de su público objetivo, segmentación del mercado, desarrollo de aplicaciones, videojuegos o páginas web… al final se trata de que adquieran los conocimientos necesarios en cuanto a emprendimiento y los valores para que los lleven a cabo, y que todo sea mediante el juego, que aprendan jugando, que no sean agentes pasivos», cuenta Carrillo.

De momento, los proyectos de estos pioneros asturianos se encuentran en desarrollo, y el colofón sería que alguno de ellos pudiera llevarse a cabo. «Para profesionalizar el proyecto tendrían que intervenir los padres de manera directa, que podría pasar, pero no es el objetivo de EpicKids. La idea es que sigan vinculados y desarrollando proyectos, porque el tiempo se les pasa volando al estar haciendo cosas todo el rato, ellos mismos son parte activa de su propio aprendizaje», añade el educador.

Las familias que, según cuentan desde EpicKids, llevan aquí a sus hijos suelen ir buscando una educación diferencial, para que sepan más adelante cómo labrarse su propio futuro. En sus formaciones hay niños «de todo tipo y condición, al ser un programa accesible y adaptado», y no es necesario ningún tipo de conocimiento previo, solo «querer estar y aprender mientras se divierten», cuentan desde la escuela.

Visitas de empresas

Además de la cultura del emprendimiento, sus alumnos también trabajan su desarrollo personalaprenden educación financiera mediante las «epic coins», un sistema de «pago» con el que se les recompensa haber cumplido tantos sus compromisos en el colegio tradicional como con sus padres en casa y con sus proyectos. Al finalizar el proyecto, los pequeños podrán invertir esas monedas en algún elemento que les haga falta para su negocio, como publicidad, adquirir un dominio, folletos….

Entre las actividades que se desarrollan en su horario, Carrillo destaca también las visitas de empresas, donde conocen de primera mano la experiencia de emprendimiento detrás de cada proyecto. «Llevamos poco tiempo, pero el objetivo está muy claro. De momento, el entorno nos está reconociendo que es una buena idea», zanja el responsable del proyecto.

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