Opinión

Homenaje al arte del sastre

Por: Rafael A. Escotto

«De mi sastre en el hurtar/la mano es tan singular/, que si cae la tela en ella/cuando la empieza a doblar,/ya puedo doblar por ella/.Y cuando pasa a trazar/la tela ya referida/no hay como verle sacar/la medida para hurtar/,cuando él hurta sin medida/«.

Luis de Góngora, poeta y dramaturgo español, perteneciente al siglo de oro, nos lleva en esta elegía a vivir el arte del sastre en la creación de trajes de vestir. El sastre es un artesano que hace maravillas con la tijera y la máquina de coser.

Recuerdo que mi padre me llevaba a la sastrería y lavandería «El progreso«, del chino Almonte en la antigua avenida Las Carreras. Allí trabajaba un sastre de tez blanca, de nombre Juan Arnaldo, quien se dedicaba de manera casi exclusiva al diseño, corte y armar trajes para caballeros.

De este sastre evoco su alta capacidad en el uso de las palabras y el dominio de la matemática. Siempre me decía con gran pesar: «Yo soy bachiller, hijo de un padre adinerado que me negó su fortuna, no me apoyó para hacerme abogado, en cambio me he dedicado a leer todo lo que me cae en mis manos y a confeccionar trajes para caballeros sobre una mesa de corte, una tijera, una tiza y una plancha para ir dándole forma a cada pieza«.

Yo diría que Juan Arnaldo fue el sastre de las palabras entre las telas, lo que quiso ser y no fue. «Enhebra la aguja – como escribiera la poeta y escritora española Marta Navarro García –con un pensamiento largo y sueña con la geometría perfecta de los días sin coser«.

Santiago de los Caballeros llegó a ser, en su momento, reconocida como la ciudad de los grandes sastres. La mano del sastre es muy especial, que si cae en la tela cuando la empieza a doblar el paño recibe las delicadas caricias del modista que a la vez es un maestro del dibujo del vestido.

El sastre desliza su mano sobre la tela, ese roce sensibiliza el tejido y lo amansa para permitir que su creatividad se manifieste auténtica y el cliente reciba el producto terminado de su gran obra.

Es costumbre de este artificie colocarse alrededor de su cuello una cinta métrica flexible y suave la cual forma parte esencial de su oficio para evitar las incorrecciones del cálculo que registra en un cuaderno de notas en el que aparecen los nombres y las medidas de los clientes

El sastre es un perfeccionista de su talento, similar al artista de la plástica; se afana y se esmera por lograr darle una terminación perfecta a su obra, hasta el grado que antes de finalizarla llama al interesado a probarse la chaqueta, todavía con los hilos visibles que fijan las medidas trazadas con tiza, por si es necesario hacer ajuste durante el proceso para que acomode mejor al cuerpo del cliente..

El arte del sastre se ha ido perdiendo con las tiendas por departamentos y la sastrería mecanizada que trajo el desarrollo tecnológico disminuyendo los precios y reduciendo el tiempo en la fabricación de trajes.

Yo diría, sin lugar a duda, que mi amigo y sastre por excelencia Rey Peguero es el Salvador Dalí de la sastrería de Santiago de los Caballeros. Su arte en el diseño y confección de trajes para hombres tuvo su brillantez histórica que no podrá ser suplantada por la industrialización del vestido.

Pienso, descontextualizando, que cuando el científico alemán de origen judío Albert Einstein expresó la frase: «Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre«, lo dijo pensando en Rey. Es que este sastre cuando ejerció este oficio tuvo como finalidad adaptar el traje a la forma de ser del cliente.

A los trajes confeccionados por Rey no había que «golpearlo contra la pared hasta quitarle la rigidez de lo nuevo, como expresara en una ocasión el actor, cantante y bailarín de teatro estadounidense Fred Astaire.

Siempre tuve la intención de escribir este artículo y ahora que estoy escribiendo como loco, quizás apresurado huyéndole a la muerte, pero antes de que esto ocurra soné que leía mis libros en un viaje a la India en tren. Como dijo el músico y escritor australiano Nick Cave: «Un hombre no debe nunca hablar de su sastre«, aquí estoy frente a mi computador escribiéndole a Rey porque los trajes confeccionados por este artista de la costura masculina hablan por sí sola y no hace falta ir diciendo que marca lleva.

¡Gracias Rey por haber hecho lucir tan elegantemente vestido a tantos hombres dominicanos!

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