Por: Rafael A. Escotto
«Como estadounidenses sabemos que hay veces en que debemos dar un paso al frente y aceptar nuestra responsabilidad de dirigir al mundo, lejos del caos oscuro de los dictadores. Somos la única nación en este planeta capaz de aglutinar a las fuerzas de la paz«. George H. W. Bush
De temperamento expresivo. Con una determinación formada de bronce compacto, como los cañones de Nevarones. Un hombre de un valor de extraordinario. Guerrero hasta la última gota de sangre. Social, económica y políticamente Influyente.
George Busch fue en vida un ser humano que amó su pueblo con pasión, hasta el grado que se inscribió a edad temprana en la marina de los Estados Unidos para servirle desde la defensa y el valor a su país; llevó a cabo misiones navales arriesgadas durante la segunda Guerra Mundial en su avión torpedo del grupo aéreo 51, a bordo del USS San Jacinto.
Su firmeza y coraje lo llevó a participar en grandes y heroicas batallas aeronavales en el Mar de Filipina y luego combatió con bravura contra los japoneses en las islas Ogassawara, donde puso a prueba su pericia como piloto de guerra a bordo de aviones VT-51 (Grumman), acometiendo con intrepidez instalaciones niponas de Chichi-jima, conocida por los ingleses como parte de las islas Bonin.
La hermosa y envidiable carrera militar del joven teniente Bush y sus arrestos, era previsible que lo llevaran a ocupar posiciones de responsabilidad política y de relevancia social en los Estados Unidos.
Vuelvo a reiterar, George Bush fue un hombre de grandes misiones. En ningún momento de su carrera como piloto de guerra retrocedió o eludió un combate. Hasta en el momento que su avión fue batido por los cánones enemigos no regresó a su base hasta que no hubo cumplido plena y efectivamente su misión.
Me parece oír al valiente piloto de guerra George Bush contestarle a sus compañeros de escuadrón, quienes preocupados por el tiempo de su regreso de su amigo, al ver su avión aterrizar de una difícil misión con su nave averiada, al desmontarse la nave dijo, recurriendo al lema de la Marina de Estados Unidos: «El único día fácil fue ayer«
Después de retirarse airoso de la Armada de los Estados Unidos, con las condecoraciones merecidas en su pecho, George Herbert Walker Bush, aquel joven aviador nacido un 12 de junio de 1924 en la calle Adams en Milton, en el condado de Norfolk, del Estado de Massachusetts, decide formar familia y se casa con la distinguida dama Bárbara Pierce Bush, un 6 de enero de 1945.
Finalizada la guerra, George Bush prosiguió la carrera universitaria graduandose de Historia, estudios que había interrumpido en la Universidad de Yale, una de los cuatro institutos de enseñanza más antiguos de los Estados Unidos.
La estrella política de aquel joven piloto de la Marina, quien había navegado en su avión los cielos de la libertad y la esperanza, resuelve tomar otra misión: presidir el Partido Republicano en el Condado de Harris, Texas. Y desde esta plataforma ideológica realiza, como era de esperar de un hombre de grandes apostolados, una ingente tarea política a favor de su organización.
Al fracasar en su primer intento de lograr la senaduría por Texas, este revés no desalentó a George Herbert Walker Bush, por el contrario, como hombre acostumbrado a librar grandes batallas como piloto naval, el hecho reavivó su perseverancia, siendo luego elegido a la Cámara de Representantes por el Distrito Congresional del Estado de Texas.
A pesar de haber apoyado en una ocasión al candidato presidencial ultraderechista y xenófobo Barry Goldwater, y de haber favorecido a Richard Nixon con respecto a Vietnam, George Bush, con la misma libertad de criterio votó a favor de los derechos civiles en 1968 en contra de la corriente de un ala del Partido Republicano de su propio Condado.
La grandeza de Bush y su alto sentido de independencia de pensamiento político, aun proviniendo de las filas militares y siendo un héroe de guerra, este hombre políticamente impredecible y sincero con sus ideas, votó por la abolición del servicio militar obligatorio.
Como expresé anteriormente en este mismo trabajo, Bush nació para comandar acciones trascendentales de carácter político, militar y social. En la elección presidencial de Estados Unidos de 1980, el pueblo decidió elegir a Ronald Reagan ante el demócrata Jimmy Carter, a la sazón presidente.
George Bush asciende a la vicepresidencia, cargo que ocupó con un bajo perfil y humildad, como si estuviera consciente de su destino que algún día ocuparía el solio presidencial.
De nuevo la firmeza y el temple de George H. W. Bush son puestas a prueba. En 1987 inicia su carrera por la candidatura presidencial compitiendo contra Robert Joseph «Bob« Dole, un astuto político y senador por Kansas, del Partido Republicano, y contra el evangelista y magnate estadounidense de los medios de comunicación, canciller de la Regent University y presidente de la Christian Broadcasting Network, Pat Robertson.
A pesar de quedar en tercer lugar en la carrera para la nominación a la candidatura presidencial George Bush no se desalienta y recurre a una táctica de Reagan nominando como su vicepresidente a Dan Quayle, un senador conservador de Indiana. En 1988 gana las elecciones al demócrata Michael Dukakis, dos veces gobernador de Massachusetts.
Como era de esperar, la catedral en la cima de una colina en Washington se llenó el miércoles con recuerdos de George H.W. Bush como un presidente modesto pero poderoso, un hombre cuya humildad característica fue desmentida por última vez con una ceremonia como solo son los funerales de Estado.
Una nota que le concede significación a la carrera política de George Bush quedo sellada con la presencia en el funeral de los expresidentes demócratas de los Estados Unidos Jimmy Carter, Bill Clinto, Barack Obama.
George Herbert Walker Bush muere el 30 de noviembre de 2018 en su hogar de Houston, Texas. Solo me resta decir, como lo hubiese dicho en vida el propio finado: «Los historiadores dirán lo hice bien« Paz a su alma.
