Opinión

El arte y la soledad de la cultura

Por: Rafael A. Escotto

En nombre del Cristo de todos, vuelvo a darle un adiós a la muerte del artista, historiador  y crítico de arte, Danilo de los Santos.

« El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo…«

¡Hay tantas cosas que pasan después de la muerte! A noche en un extraño sueño escuché a Borges que me dijo: «Si un artista vivo ve a un político muerto, posiblemente se haría varias interrogantes sin el instinto de apropiarse del cadáver«.

La hipocresía y el poco refinamiento de las instituciones culturales nacionales, provocan acciones y malas prácticas autoritarias que dejan la ciudad anonadada.

Los restos de un intelectual orgánico, como los del reputado pintor, historiador y poeta dominicano, Danilo de los Santos, fueron zarandeados de la tranquilidad de la Funeraria Blandino al Palacio Consistorial. Es decir, al lugar menos apropiado.

Los autores de tal «genialidad«, forman un minúsculo sector cultural que tiene como propósito divertir al rey aunque este esté cansado de tanta diversión.

 El historiador judío Josefo, menciona a ese tipo de gente en su Libro XIII, capitulo 10, sección 5, titulado Antigüedades judías, como fariseos con influencia política.

Esos señores, algunos alegremente asalariados por el Ministerio de Cultura, en una mala jugada, se han llegado a creer que el alma noble de Danicel, como era el nombre artístico de Danilo de los Santos, le pertenecía como objeto de diversión de la cultura oficial,  y por esa  falsa convicción los restos no fueron velados en  la Benito Mención #41, lugar donde está la casa fundacional del artista y literato dominicano

La soledad,  el vacio y el fracaso de la cultura oficial son cuestiones que no permiten entender a un grupito que  el alma de Danilo le pertenece a un poder inmortal que está más allá de la tierra y como dijo el mismo académico Flavio Josefo, «tendrá premios o castigos, según se haya consagrado a la virtud o al vicio; en cuanto a los que practiquen lo último, eternamente estarán encerrados en una cárcel; pero los primeros gozaran –Como Danicel – de la facultad de volver a esta vida«.

 El hecho de llevar los restos del distinguido pintor, ensayista, historiador y crítico de arte santiagués, Danilo de los Santos a hacer cuerpo de presencia en un lugar al cual no estuvo ligado culturalmente, antes los ojos de la ciudad fue una  vulneración tan ordinaria que evitaron pasar los restos por el Boulevard.

Esto lleva irremisiblemente a lo que podría estar en el trasfondo de la soledad y la hipocresía. Mucha gente se pregunta cuál es la causa  de  la dicotomía – antipatía/afecto – que generó entre grupos culturales orgánicos de Santiago la dualidad Danilo/Danicel. Sabemos que la mediocridad intelectual o espiritual suscita en algunas personas disgustos, ocultos o visibles; y de esto podría haber uno que otros entre los llamados gestores culturales de la ciudad corazón que anidan esta clase de resentimiento desde cualquier sótano urbano.

El sector artístico de Santiago que conoció los esfuerzos y la dedicación que tuvo Danilo en el desarrollo inicial de Casa de Arte esperaba ver su cuerpo expuesto en capilla ardiente y decirle adiós desde esta casa donde se hace cultura ante de sepultar a uno de sus fundadores más admirado y recordado.

No sé si los directivos de Casa de Arte hicieron algún esfuerzo en este sentido. Lo que sí es cierto es el hecho de que los intelectuales y artistas que frecuentan esta Casa esperaban que los restos y la memoria de uno de sus fundadores fueran honrados en este reconocido y emblemático recinto.

Las obras maestras del artísticas Danicel concitaron la admiración del público por la pretensiones del ritmo de su pincel, el equilibro inigualable de su producción y la cadencia de los colores que agradan los sentidos y le dan belleza a los ojos del espectador. El arte que logró plasmar este artista de la plástica nacional siempre apeló a las emociones y conectó a la concurrencia a un nivel muy hondo. Esto me hace recordar una frase de Aristóteles: «El objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior«.

Pienso que Danilo vivió a su manera una vida muy intima, por eso me da por afirmar que escogió el arte. Por eso repito, que nació artista, por la profundidad que tuvo del mundo y de cómo sintió la realidad, que viene siendo lo sustantivo.

Este trabajo me apresura, sin quererlo, a analizar por qué Danilo de los Santos eligió desde muy joven a ser artista  y no otra cosa. La respuesta me la da Juan Palo II: «El talento artístico es un don de Dios y quien lo descubre en sí mismo advierte a la vez una cierta obligación pues sabe que no puede desperdiciar este talento, sino que debe desarrollarlo«.

Yo me pregunto: ¿Qué se sentirá morir? Solo sé que la vida es corta. Mientras vivimos, todo escasea. Cuando morimos, todo sobra, como expresara el escritor español, López de Vega. Sin saber que Danilo había fallecido, pasé por el Boulevard y vi parado en la puerta de Casa de Arte la  figura de una persona cubierta por un aura brillante.

La imagen quería que le reconociera, pero mantenía una distancia. Al siguiente día recibí una llamada telefónica que me dijo: «Danilo de los Santos falleció anoche«. Entonces recordé el reflejo de aquella figura en la puerta de Casa de Arte manifestándose en forma de bola de luz.

Es posible que en el momento que yo pasaba por Casa de Arte Danilo se encontraba en una de las cinco etapas del tránsito de la muerte; estaba preparándose  para morir, por eso lo de la luz espiritual. Significaba que Danicel había aceptado su destino plenamente y entendió que en ese camino le esperaba una vida bella e inigualable.

Un final: cuando pienso en el arte y la soledad de  la cultura expreso libremente; ¡ojalá que unos nuevos piratas no pretendan robarse el novenario!, si lo hicieren tomarían el camino del infierno. Paz al alma de Danilo.

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