Educación

Cinco beneficios de las aulas jardín para frenar la COVID-19

Realizar actividades al aire libre disminuye el estrés y la ansiedad de los niños.

S. F.

En 2019, el Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU) publicaba un estudio que recogía que el 82% de los niños de 0 a 12 años en España juega al aire libre menos del tiempo recomendado por los expertos, que es de 2 horas diarias para niños de 0 a 3 años. Y esto era antes de la COVID-19. Con la irrupción de la pandemia, el número de horas se ha visto reducido drásticamente, sobre todo, en los primeros meses del confinamiento. La vuelta al cole ha permitido recuperar minutos del recreo, pero prosigue el temor entre padres y madres por los posibles contagios en las aulas.

Por eso, algunas escuelas que ya tenían por costumbre pasar parte del tiempo al aire libre han decidido trasladar al jardín casi toda su actividad, imitando algo habitual en otros países europeos. Es el caso de las escuelas Waldorf, que cuentan con una larga tradición de juego al aire libre, especialmente entre los niños de menor edad. «Hacemos un modelo pedagógico en el que estar al aire libre, en contacto con la naturaleza, es fundamental en el desarrollo del niño. Por eso siempre hemos pasado parte de las horas escolares en el jardín de la escuela», señala Raquel Rodríguez, directora de la Escuela Libre Allegra, un centro educativo Waldorf y Pikler de 0 a 3 años Waldorf. «Con la situación de pandemia, hemos terminado por trasladar prácticamente toda la actividad al exterior y los padres lo agradecen, pues ya es de todos conocidos que la propagación del virus es menor en espacios abiertos».

En otros países europeos, como Suiza, Austria, Luxemburgo, República Checa, Lituania o Inglaterra, las escuelas bosque son muy habituales, ya que permiten a los niños aprender mientras están en relación directa con la naturaleza.

Beneficios del aiare libre en cualquier estación

Raquel Rodriguez indica que existen numerosos expertos y estudios a favor del juego al aire libre. Por citar alguno, el de Peter Schober, de la Universidad de Medicina de Graz, que afirma que los niños sedentarios enferman cinco veces más de depresión que los que se mantienen activos. Además, destaca que el juego y otras prácticas fuera de casa inciden positivamente en una mejor salud en estas edades: los niños que hacen más ejercicio tienen menos posibilidades de desarrollar enfermedades.

En esta línea se expresa también la Asociación Española de Pediatría, cuando señala que son cuatro las claves para mantener a los pequeños hijos sanos y con buenas defensas:la alimentación, el aire limpio, el descanso nocturno y el ejercicio. El ejercicio y el juego al aire libre protegen frente a la obesidad y fortalecen el sistema inmunitario. Mientras que realizar actividades al aire libre disminuye el estrés y la ansiedad debido a una combinación de factores que producen respuestas fisiológicas y psicologías positivas. Por eso, la AEP recomienda para niños pequeños al menos una hora al día de actividad física moderada o intensa, bien en forma de juegos en el parque o bien en forma de deporte. Y hasta los 5 años, lo más indicado es que jueguen al aire libre.

La escritora sueca Linda Åkeson McGurt recoge en su libro «There’s no such bad things as bad weather» algunos aspectos más sobre los beneficios de permanecer al aire libre -con el apoyo de diferentes estudios-. Por ejemplo, permite a los niños desarrollar una mayor creatividad y autonomía: la primera se fomenta al jugar con materiales variados, naturales y no estructurados. La segunda, porque jugar en el exterior favorece la iniciativa de niños y niñas y les proporciona experiencias sensoriales enriquecedoras.

Otros beneficios de estar al aire libre son la mejora de la visión (según el estudio de la Ohio State University Collage of Optemetry), el incremento de la vitamina D, complicada de conseguir únicamente a través de los alimentos (entre el 80% y el 90% se obtiene de la exposición al sol); o el desarrollo de habilidades motoras más avanzadas por la mejora de las aptitudes físicas y la coordinación.

Trasladar el aula al jardín permite vivir los procesos desde la parte emocional y no desde la intelectual. De esta manera es como se crea el aprendizaje en niños y niñas de estas edades. Los animales de la escuela también ayudan a entender la importancia del cuidado y respeto hacia el otro.

« Además de las bondades para la salud, trasladar el aula al jardín permite ese pequeño contacto con la naturaleza y su evolución en el día a día. El tipo de actividades que realizamos con los niños y niñas al trasladar el aula al jardín son rastrillar y recoger las hojas, escuchar atentamente los pájaros, experimentar con el barro, observar con sorpresa la forma de las nubes, los insectos, desayunar, dar de comer al conejo y limpiar su casita, pintar con acuarela, modelar cera y, por supuesto, juego libre», concluye Raquel.

 

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