cuáles son los estados que definirán las elecciones en Estados Unidos (y por qué todos los ojos están puestos en Florida)
amara Gil – @_tamaragil
BBC News Mundo
Como bien sabe la excandidata demócrata Hillary Clinton, en Estados Unidos no necesariamente gana las elecciones quien obtenga el mayor número de votos de los ciudadanos.
En la primera economía mundial, los comicios a presidente son indirectos, lo que de facto significa que algunos territorios -o votantes- acaban pesando más que otros.
El candidato que llegará a la Casa Blanca, o se quedará en ella en el caso del presidente Donald Trump, debe conseguir al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral.
Cada estado tiene un determinado número de votos en función de su población y el aspirante que consiga mayor número de sufragios populares en ese territorio se suele llevar todos esos votos electorales.
Como algunos estados tienen un sólido historial de preferencia demócrata o republicana, la atención se centra en aquellos en los que no está tan claro quién puede ganar.
Se llaman «estados péndulo» o «bisagra» y en estas elecciones superan la decena.
Toda la atención estará puesta en estos territorios la noche de las elecciones, y en BBC Mundo destacamos los seis considerados más determinantes dentro de esos «campos de batalla» -Carolina del Norte, Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Arizona-; y otros dos que se han vuelto más competitivos por sus cambios demográficos -Georgia y Texas-.
El primero en salir: Carolina del Norte
19:30 ET (00:30 GMT). Todo empieza en el este, la zona del país que primero comenzará a cerrar las urnas y publicar resultados iniciales.
Carolina del Norte, con 15 votos electorales y sin claro ganador en las encuestas, es uno de los primeros que se espera que empiecen a difundir datos de forma más rápida entre los estados más disputados.
Firme bastión republicano antes de que el expresidente Barack Obama lo ganara en 2008 por un pequeño margen, el estado se caracteriza por ciudades con grandes comunidades de votantes afroestadounidenses, profesionales moderados y universitarios, pero también importantes zonas rurales, blancas y conservadoras.
Trump ganó aquí en 2016, por casi un 4% después de que Obama lo perdiera en el camino a la reelección en 2012, y la victoria de Trump o el actual candidato demócrata, Joe Biden, puede marcar un buen inicio de la noche para ambos.
El Consejo Electoral del estado estima que el 80 % de los votos serán sufragios depositados en persona de manera anticipada o enviados por correo, y el resultado de éstos se estima que se publique poco después del cierre de las urnas.
Algunas claves
- Para ganar la presidencia de EE.UU., no hay que ganar la mayor parte de los votos populares. Hay que conseguir al menos 270 de los 538 votos del colegio electoral.
- Millones de estadounidenses están votando más por correo estas elecciones que la anteriores, lo que puede llevar a que tengamos que esperar días para conocer el resultado final mientras esos sufragios son procesados y contabilizados.
- Debido al aumento sin precedentes del voto por correo, el candidato que parezca liderar la contienda durante la noche puede que no acabe siendo el ganador… Así que cuidado con los resultados preliminares.
En Carolina del Norte, las autoridades han podido empezar a contabilizar esos votos de forma anticipada lo que se espera que agilice el proceso pero también pueda llevar al llamado «espejismo azul»: que los resultados iniciales favorezcan a los demócratas, más proclives a votar por correo, pero el apoyo republicano crezca a medida que avance la noche y los sufragios de ese día entren en el cómputo.
El estado, además, acepta votos por correo hasta el día 12 de noviembre, siempre y cuando hayan sido enviados antes del día de las elecciones o esa misma jornada, por lo que si la carrera está ajustada, esos apoyos pueden ser cruciales y alargar la incertidumbre.
El estado que puede enterrar una presidencia: Florida
Ahora bien, esa noche enseguida la atención se desviará hacia la diversa Florida, con 29 votos electorales y tradición de conceder o enterrar presidencias.
Este año, el estado del sol vuelve a cumplir con todo lo que se suele esperar de él: las últimas encuestas le sitúan como un territorio muy disputado, donde, a diferencia de otros campos de batalla, no hay una ventaja clara ni de Biden ni de Trump.
El diario The New York Times estima que el ganador se llevará la victoria aquí por tan solo 1 o 2 puntos porcentuales.
Y su voto sigue siendo fundamental este 2020: los encuestadores coinciden en que Trump necesita Florida para ganar las elecciones. Si lo pierde, sus posibilidades de mantener la Casa Blanca se reducen a un 1%, según las estimaciones del portal especializado FiveThirtyEight.
Eso sí: aquí también habrá que tener cuidado con los resultados iniciales. Las particularidades de este proceso, marcado por la pandemia y las distintas normas para contabilizar y publicar el voto por correo y anticipado, pueden confundir.
Pese a que se espera que Florida sea uno de los que más rápido publique resultados, dada su vasta experiencia en el voto por correo y las semanas que ya lleva contabilizando sufragios, puede haber giros importantes durante la noche.
«Podríamos ver algo parecido a un vuelco rojo, por la manera en que Florida procesa los votos», advierte en conversación con BBC Mundo Geoffrey Skelley, analista electoral de FiveThirtyEight.
El experto menciona las encuestas que apuntan a que, en esta ocasión, el voto por correo suele ser demócrata y que un mayor número de republicanos han expresado que votarán el día de las elecciones.
«Por eso, en un estado como Florida, es muy posible que los primeros resultados sean mayoritariamente de los votos por correo o anticipado y por ello podríamos ver que a los demócratas les está yendo mejor al principio y quizá luego los republicanos vayan ganando apoyo, debido a los votos del día de las elecciones, que tenderán a ser más pro-Trump».
No obstante, se trata de estimaciones y en uno de los condados de Florida que puede inclinar la balanza (el más poblado, Miami-Dade) la participación de ciudadanos registrados como republicanos era hasta este domingo un 7% superior a aquellos registrados como demócratas, informó el diario The Miami Herald.
El muro azul que «cayó» en 2016: Wisconsin, Michigan y Pensilvania
Pero si Trump aguanta en Florida, la atención se girará hacia el llamado «muro azul», por el color demócrata: los tres estados que se consideraban un bastión del Partido de Hillary Clinton en 2016 y que Trump consiguió voltear por un estrecho margen de votos.
Wisconsin, Michigan y Pensilvania forman parte del conocido como «cinturón de óxido»; el corazón de la industria que impulsó el país en el siglo XX y que se vio posteriormente vapuleado por un proceso de desindustrialización, creciente competencia global y externalización, que llevó a la pérdida de empleo y a una merma demográfica.
Allí Trump ganó por unos 80.000 votos en conjunto y menos del 1% en cada estado, con el discurso de convertir a EE.UU. en el súperpoder industrial de nuevo, un mensaje que está repitiendo en esta campaña mientras Biden va avanzando en las encuestas: en los tres estados, saca una ventaja al presidente de entre 4 y 6 puntos porcentuales.
Las urnas cerrarán en estos estados entre las 20:00 y las 21:00 hora del este (01:00-02:00 GMT), pero los resultados pueden tardar.
En dos de los tres no se ha permitido contabilizar los votos por correo o anticipados antes del día de las elecciones —en Michigan, con 16 votos electorales, se permitió empezar a procesarlos el día antes—, por lo que se espera que haya demoras… e importantes cambios.
«Esperamos ver al menos algo de vuelco azul en Pensilvania, porque las autoridades electorales no pueden procesar el voto por correo hasta las 7:00 de la mañana del día de las elecciones y por ello hay una gran posibilidad de que gran parte del voto publicado al principio sea de los sufragios de ese día [de tendencia republicana]», explica el analista de FiveThirtyEight.
Gran parte del voto por correo ya está en manos de los centros electorales, lo que puede acelerar el proceso, apunta Skelley.
No obstante, las autoridades de Pensilvania, con 20 votos electorales y considerado por algunos analistas el estado que determinará el resultado de las elecciones este año, señalaron que «la inmensa mayoría» de los votos acabarán de ser contados para el viernes, día 6.
Por lo que si la carrera está reñida y depende de Pensilvania, pueden pasar días hasta que sepamos el ganador. Eso sin contar las disputas legales para las que ambas campañas ya se preparan.
«Estamos seguros de que tomará más tiempo del habitual (…) Probablemente no sabremos los resultados la noche de las elecciones», advirtió el gobernador Tom Wolf la semana pasada.
Ambos candidatos han evidenciado la importancia del Medio Oeste, con numerosas visitas a la zona, y la agenda de Biden el 3 de noviembre refuerza esa idea: tanto él como su compañera de fórmula, la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris, pasarán el día haciendo campaña en Pensilvania.
Wisconsin y Michigan presentan una situación similar, aunque en su caso, las probabilidades de conocer la mayor parte de los resultados durante la noche y la madrugada del día 4 parecen mayores.
«Creo que seremos capaces de saber los resultados de la elección en Wisconsin, esperemos que esa misma noche o quizá como tarde al día siguiente», dijo el gobernador Tony Evers a principios de mes.
Un importante detalle sobre ese estado, con 10 votos electorales en juego: la legislación estatal no permite que las autoridades locales paren la contabilización de votos y continúen el miércoles, por lo que será una noche larga para muchas localidades.
Las posibles e importantes sorpresas: Georgia, Arizona, Texas
Los cambios demográficos que experimentan Georgia, Arizona o Texas —con sociedades cada vez más diversas— parece estar dando una nueva esperanza a los demócratas.
Los tres (con 65 votos electorales en conjunto) tienen una asentada tradición de voto republicano. Los tres apostaron por Donald Trump en 2016. Y los tres se consideran estados en juego este año.
Quizá el más sorprendente de todos ellos —y el más improbable— sea Texas, que no vota por un candidato demócrata desde 1976 y se ha empezado a considerar «campo de batalla» desde hace relativamente poco.
Los analistas prevén conocer gran parte de los resultados de Arizona, donde las encuestas dan a Biden la victoria por un 1,1%, durante la noche electoral, pero si la ventaja de uno u otro candidato no está clara puede que no provean un resultado final en días.
Georgia y Texas, por su parte, «deberían realizar el conteo de la mayoría de votos el 3 de noviembre, pero el escrutinio se podría alargar hasta el miércoles o jueves», apuntan desde FiveThirtyEight.
En el caso de Texas, el estado no ha relajado las medidas para poder votar por correo, como sí han hecho otros territorios del país que verán un gran porcentaje de sufragios emitidos de ese modo; pero ya ha superado la participación que registró en 2016, impulsada por el voto anticipado en persona.
Si Biden —que ahora va más de 2 puntos por detrás en las encuestas en ese estado— consiguiera llevarse el gran Texas, sumaría 38 votos electorales… y haría historia.
«La participación está siendo alucinante. Algo nunca visto», subrayaba la semana pasada en conversación con BBC Mundo David Becker, director ejecutivo del Centro de Investigación e Innovación Electoral y exfuncionario del Departamento de Justicia.
En total y a un día de las elecciones, la participación ya ha superado los 90 millones. En 2016, votaron un total de 138 millones de estadounidenses.
«Significa que los votantes realmente han entendido los desafíos [de estas elecciones]», incide Becker, «y eso ayuda a garantizar que las elecciones se celebren con el menor número de contratiempos posible».
¿Qué pasa si no hay un claro ganador?
- Si no hay resultados claros el 3 de noviembre, tendremos que esperar días -o semanas- a que acabe el escrutinio.
- Es habitual que todos los votos no sean contabilizados en la noche electoral pero este año puede tomar aun más tiempo.
- Además, podrían producirse disputas legales, lo que añadiría incertidumbre al proceso y puede llevar a que las cortes jueguen un rol en las elecciones. Como ocurrió en el 2000, con Gore vs. Bush.