Opinión

La seguridad vial en la República Dominicana, es un derecho y un deber de todos

Por Dario Nin

La ley 63-17, se identifica como  de movilidad, transporte terrestre, tránsito y la seguridad vial y desde su primer considerando empieza calificando  estas actividades como uno de los principales problemas económicos, sociales y de salud, en la República Dominicana.

Con esta disposición legal el Estado persigue dar respuesta  a la demanda social que a la vez es un derecho de todos,  para que se implemente y ejecute una adecuada política integral de movilidad, transporte terrestre, tránsito y seguridad vial,  que a su vez   asegure la sostenibilidad económica, financiera, social y ambiental. Los considerando de la ley  así lo establecen y los reclamos sociales también y cuando digo sociales, no me refiero a reclamos populares, sino a toda absolutamente toda la sociedad sensata  en conjunto.

La educación ciudadana es  en esta materia  un clamor nacional y aún más allá de las fronteras, porque no sólo los nacionales conducen, transitan  o se desplazan de en este país

. Esto afecta a todos nacionales o extranjeros que nos visitan, pues de alguna manera   intercambiamos de forma continua o circular unos y otros  roles en esta materia. Unas veces  conductores, otras pasajeros y otras peatones

Un ejemplo sencillo para darme a entender mejor: Una persona que tiene su propio vehículo desea desplazarse a Montecristi, por citar un lugar distante de Santo Domingo, pero no desea conducir  todo ese trayecto. Se desplaza entonces desde su hogar a o lugar de Origen l  al lugar en donde tomara el autobús.  En esta etapa esa persona es  un conductor. ¿Verdad? Luego estaciona su vehículo en un lugar próximo a la estación del autobús,  a un par de cuadras y de ahí se desplaza a pies hasta la estación  donde tomará  el  autobús, en ese instante la persona cambia de rol de  conductor a peatón,  va caminado y llega  toma el autobús, y desde ese instante se convierte en un pasajero.

Observen cono en un relativo  corto tiempo, una misma persona asume  los roles de  conductor  peatón  y pasajero; roles que posiblemente vuelva a intercambiar una vez baje del autobús.

En un artículo como este es digno de destacar que la seguridad vial no solo afecta a quien se desplaza, sino que lo que acontezca con él, afectará a muchas otras personas e instituciones.

Esa persona  (el del ejemplo citado) que asumió  tres roles como ya vimos, es hijo, padre, jefe o empleados;  de él dependen otras personas. Si por una inadecuada seguridad vial, falta de educación o conciencia, sucede un siniestro, se involucra una ambulancia, un hospital, la policía, sufren los hijos, los cónyuges  y demás familiares.

Un accidente automovilístico puede  trascender las fronteras ,  un extranjero  accidentado en el país, es noticia en el  país de origen y en otras partes del mundo,  en consecuencia  la imagen del país se deteriora  y más importante aún sus familiares experimentan allá un dolor desconsolador , pues su familiar pasa de turista que se divierte  a ser   víctima que sufre y los hace sufrir a ellos.

Si seguimos buscando no acabamos;  de ahí, que debemos retomar conciencia que la seguridad vial es un derecho de todos, pero a la vez es un deber de todos contribuir para que esta sea una realidad en nuestro país.

Una sola institución no puede, me voy más lejos el Estado sólo no puede. Ésta hoy aparente utopía,  será una realidad si y sólo si, lo asume la sociedad como una meta , así como nos empoderamos del 4%, empoderémonos de la misión posible, “mayor concienciación nacional  en seguridad vial” que se refleje en una conducta práctica mientras desarrollamos nuestro de rol de peatón pasajero o conductor.

Hay un ejemplo digno de imitar, el Defensor del Pueblo de la provincia de Córdoba  (España) mantiene por todos los medios posible una campaña de educación vial llamada a concienciar. En uno de sus comunicados encontré lo siguiente: “Para solucionar este problema de salud pública, una de las líneas de actuación imprescindible es la adquisición de valores viales en los ciudadanos, algo que constituye un paso más que el conocimiento de normas y señales de circulación.

Se trata de la EDUCACIÓN VIAL, el mejor camino para la formación de una conciencia vial.

En ese sentido, el Programa del Defensor del Pueblo Educación para la Seguridad Vial  tiene como objeto desarrollar en el ciudadano, en su condición de conductor, pasajero o peatón, las aptitudes, destrezas, hábitos y el interés necesario para que disponga de mayor pericia, conocimiento y equilibrio mental; actúe de manera inteligente y razonable; comprenda y respete las leyes, reglamentos y normas vigentes de tránsito y transporte terrestre y de esta forma contribuya a prevenir y evitar siniestros viales.”

¡Ojala nos animemos todos! El INTRAN sólo no podrá, El Estado sólo No podrá,  Aquí si cabríamos todo, centros educativos, públicos y privados, clínicas y hospitales prestadoras de servicios se salud, Procuraduría General de la Republica y sus dependencia, Ética, Defensor del Pueblo, partidos políticos sin politiquerías, Iglesias,  Personas físicas y morales, en fin aquí cabemos todos. Manos a la obra entonces…

Hasta la próxima.

Seneca. “Nadie ama  a su Patria por que sea grande, sino porque es suya”

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