
Rey Díaz nadaorg.22@outlook.com
Ciudad de Nueva York. La educación de un ser humano desde el momento mismo de su nacimiento es condicionada por los padres, tutores, familiares, y luego recibirá mayor influencia por la sociedad, la religión, el sistema escolar, los medios masivos de comunicación, la literatura, internet, Facebook, twitter, integran, YouTube y todos los demás lugares de la web; de manera que lo aprendido sirva de agente de muerte: opresión, o vida: liberación.
En cualquier contexto social donde se trasmita alguna forma de conocimiento se busca como principio moderador condicionar la mente, al estimular los mecanismos del cerebro que tienen que ver con el pensamiento, así como también con los temores adquiridos por la familia, el medio ambiente, la educación que modele al individuo al conformismo para que responda a la formación recibida con cierto grado de sumisión, condicionada por la docencia. Esta forma de educación es enajenante.
Debemos entonces asociar la educación con lo que se ha dado en llamar «lavado de cerebro», que corresponde a las razones, temores, y estímulos para lo cual la educación se imparte; creando hábitos, conductas y creencias compartidas por un grupo, pero que no necesariamente ese conocimiento es aceptado por la sociedad en general. Estas enseñanzas pueden guiar a la formación de una cultura, de una nación, o tribu.
Además, esos principios educativos pueden ser verdaderos, o falsos pero cada persona tiene la libertad de escoger que tipo de ideas desea acumular en su sistema de pensamientos, según su set de valores que ha ido acumulando a través de los años; formando en su conciencia y dando valides, o rechazando las ideas de acuerdo a su libertad selectiva.
En ese tenor cada quién elige, o rechaza los principios que para él, o para ella son de su predilección. Ellos pueden ser principios enajenantes, de opresión, y muerte, o pueden guiar a la persona por el camino de la liberación, la justicia, la vida y la paz.
Cuestionar los valores inculcados desde la niñez puede ser un camino hacia la exploración y madurez de la persona. La lectura y el examen de los clásicos desde la filosofía, religión, literatura universal, la sicología, sociología, lógica, ética y la cultura en general pueden servir también para una formación sólida que guíe al individuo a conocerse a sí mismo pues mientras no te conozcas a ti mismo será como una embarcación sin un timón que conducirá la nave hacia donde no quieras ir.
La educación debe ser guiada en primer lugar para enseñar a pensar. Una educación que solo imparta conocimiento puede ser muy opresiva pues con frecuencia los profesores no han sido instruidos para saber pensar, y limitan con frecuencia el poder creativo de la mente en sus alumnos.
El pensamiento liberador explora las ideas diversas no sólo las que le son de agrado pero aquellas ideas que difieren de su marco referencial, porque las ideas pueden ser muy buenas, o dañinas. Cuando son buenas tienen un valor relevante en el desarrollo de la mente para que nadie sorprenda a otro ingenuamente con alguna idea que no hayas explorado con anterioridad.
Hay muy pocos profesores que enseñan a sus alumnos a pensar para contribuir al desarrollo del pensamiento crítico que motive a sus alumnos a pensar en forma creativa, novedosa y dinámica, exponiendo a los alumnos a una variedad de conocimientos; dejando en libertad al alumno para que este pueda seleccionar libremente las ideas que se les ofrecen dando formación a un esquema de pensamiento liberador.
Una crítica analítica al pensamiento sistemático de las ideas buscará no sólo comprender, asimilar y analizar las ideas de los demás pero también mostrará cierta habilidad critica de los postulados de otras ideas que pueden llegar a ser como una soga en el cuello que solo busca eliminar los mismos portadores de esos conceptos que no funcionan para producir vida, sino opresión y muerte.
La alternativa puede ser el camino hacia una educación liberadora que guie al pensamiento a desechar aquellos pensamientos enajenantes que producen muerte, hambre, pobreza, y esclavitud.
Es precisamente la religión cristiana la que puede producir la forma más elevada de discusión tendiente a la liberación pues en ella su apóstol por excelencia sugiere la normativa que guía la fe y que reza en una de sus cartas «examinarlo todo y retened lo bueno». (Véase 1 Tesalonicenses 5:21). Reina Valera, Sociedad Bíblica Internacional versión 1977.
Como podemos ver la religión cristiana no proscribe el examen de ningún material. Pero advierte muy atinadamente que solo aquello bueno debe ser retenido. ¿Cómo sabemos entonces cuándo una cosa es buena, o mala?
Una mirada panorámica de la historia de américa latina y el Caribe puede guiarnos a explicar mejor el tema de este artículo. Desde la época de la conquista América Latina ha sido sometida deliberadamente a la imposición de las ideas políticas y religiosas.
Primero los conquistadores, luego los demás invasores: Haití, Estados Unidos, y por último los gobiernos de la extrema derecha en América Latina o de extrema izquierda han prohibido durante varios siglos, las lecturas de libros del lado opositor. Hacemos referencias a la Biblia, y libros de la Reforma Protestante, a las obras de Karl Marx como El manifiesto del Partido Comunista, el libro Rojo de Mao Tse-Tung y muchos otros más.
En las islas del caribe las dictaduras de derecha persiguieron, encarcelaron y asesinaron muchos líderes de la izquierda, lo mismo sucedió en varios países de centro y sur américa. En cuba por ejemplo muchos de los líderes religiosos tuvieron que abandonar la isla por el acoso del régimen de Fidel Castro después del triunfo de la revolución.
En la Alemania Nazi se hicieron quemar miles de libros que no reflejaban los intereses del gobierno Nazi. Y se usó la propaganda Nazi para perseguir y eliminar a miembros y simpatizantes del Partido Comunista alemán.
Pero de igual forma los marxistas han prohibido la lectura de la Biblia en Rusia, y China. Y los musulmanes han hecho lo mismo persiguiendo a los cristianos y prohibiendo la lectura de la Biblia. En España se persiguió a los judíos y también a los árabes quienes fueron expulsados de la tierra madre.
Es más, aun algunos simpatizantes de la fe Cristiana han buscado limitar el acceso de la lectura de la Biblia alegando que algunos laicos puede falsamente interpretar el libro sagrado. Estas prohibiciones están fundamentadas en el miedo. Según nos cuenta Dario Platt, Nueva Esperanza para Santo Domingo, CETEC, 1981.
Esta obra de Dario Platt sostiene que “…a pesar de los esfuerzos oficiales contrarios, obras de literatura y Biblias protestantes entraban al país en cantidades sorprendentes mucho antes del año 1600”.
Citando a González Roca el escritor afirma que “Tal fue el impacto de estos contactos, que el territorio que hoy pertenece a la Republica Dominicana fue considerado por algunos como el “Almacén de la Reforma” en el Hemisferio Occidental”.
Según el mismo autor el Arzobispo nombrado para la diócesis dominicana, Don Agustín Dávila Padilla autorizo al Dean de la Catedral, Fray Nicolás de Añasco, a realizar una misión de prédicas por todas las diócesis, para advertir contra la lectura de la Biblia y de la literatura herética.
Los resultados de su trabajo fueron sorprendentes. Al regresar este predicador había confiscado unas trescientas Biblias con comentarios luteranos, que prontamente fueron quemadas en la plaza de la ciudad de Santo Domingo de acuerdo a González Roca 1969.
A pesar de la persecución desatada en contra de la Biblia, “solo sirvió para inmortalizarla. Al nacer la nación, unos 200 años más tarde, la Biblia fue seleccionada para ocupar el mismo centro del emblema nacional, como testimonio simbólico de su fundamental importancia para el pueblo dominicano añade Dario Platt.
A través de los años la ignorancia acompañada por el miedo ha guiado a individuos, naciones y grupos radicales a prohibir la lectura de la Biblia cuyo contenido invita a examinarlo todo y a retened lo bueno. Si un libro no tiene nada de bueno usted no está obligado a retener lo que dice esa obra. ¿Pero quién determina lo que es bueno y lo que es malo?
Nadie está autorizado para escoger el tipo de lectura que otra persona deba leer. Dios nos creó libre, para escoger entre el bien y el mal. Pero la tentación vino al ser humano cuando nos dejamos seducir de querer ser como Dios.
En vez de escoger libremente la mejor alternativa a nuestra disposición, escogimos la peor opción. Desde entonces estamos en lucha por escoger entre el bien y el mal.
Solo cuando tenemos la libertad para tomar una decisión libre de influencia en la selección de lo que realmente queremos, cuando tenemos una conciencia clara de saber diferenciar entre lo bueno y lo malo, podemos tener la capacidad de discernir para siempre escoger lo mejor.
El problema es que siempre hay quienes se creen autorizados para limitar la libertad de otros en relación a lo que los demás deben escoger leer, pensar y decidir.
En la constitución de los Estados Unidos esta garantiza la libertad de expresión aunque algunas personas son de opinión que debe existir un límite entre aquello que se dice actualmente en los medios de comunicación social, o desde cualquier foro público, y la limitaciones que algunos creen debe existir. Este es un debate que no termina entre los que quieren limitar la libertad de expresión y quienes defienden la libertad de información.
Edward De Bono líder del pensamiento crítico ha sugerido en Los Seis Sombreros Pensantes la fórmula para avanzar históricamente del atraso que tenemos en la civilización occidental, y que hemos heredado de los filósofos griegos Aristóteles, Sócrates y Platón.
La metodología para el análisis crítico de como pensamos encuentra su máximo desarrollo y eficacia en el método sugerido por De Bono aunque este método podría ser un gran inicio para un futuro desarrollo que encamine a los usuarios a encontrar soluciones más rápidas y efectivas, sin seguir la norma heredada de la ganga de los tres griegos como es nombrada por De Bono.
Si todavía la educación que se imparte en los centros académicos del mundo no nos ha conducido a experimentar nuestra propia liberación, entonces no podemos convertirnos en agentes de liberación para otros.
Años atrás Paulo Freire nos dio algunas pautas en su libro Pedagogía del Oprimido de cómo el oprimido y el opresor pueden plantearse una pedagogía que conduzca a ambos hacia el camino de la liberación.