La corrupción y la impunidad en República Dominicana

Por: ALBERTO QUEZADA
El proceso de asedio y acoso que están llevando a cabo ciertos sectores de la sociedad dominicana organizados contra el actual Gobierno del presidente Danilo Medina por supuestas negligencias para combatir la corrupción y la impunidad en la República Dominicana, es un tema preocupante.
Decimos que es preocupante, porque esa movilización social inducida no tiene otra intención que no sea la de acorralar a la actual gestión gubernamental morada con la finalidad de derribarla y aniquilarla. Sabrá Dios con cuales fines.
Parecería o así lo entienden quienes agitan y dirigen, que todo el oprobio de corrupción e impunidad que se ha registrado en el país nace con el ascenso al poder Danilo Medina o quizás de manera exclusiva en las gestiones gubernamentales del Partido de la Liberación Dominicana. Nada más incierto.
Lo primero que hay que explicarle a esta sociedad, por un asunto de justicia, es que desde que adquirí la edad de la razón jamás había visto a ningún partido político en poder articular y fortalecer los mecanismos institucionales de transparencia y rendición de cuentas a los fines de combatir y prevenir la corrupción administrativa en el Gobierno como lo hecho el PLD.
No queremos establecer con estos planteamiento que los anteriores gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana y el que actualmente encabeza el licenciado Medina, sean un techado de virtudes o los campeones de la transparencia y la honestidad. Dios me libre.
Ahí en esa organización política y en sus gobiernos como en toda sociedad hay y habido de todo; buenos, malos, bandidos y honestos.
Ante esa realidad, resulta inexplicable entonces tanta agresividad y agitación hacia un partido y un gobierno que han dado demostraciones tangibles de manejar los recursos públicos con cuidado a diferencia de sus adversarios políticos tradicionales que han estado en el poder.
Queremos dejar claro que la lucha contra la corrupción y la impunidad es y debe ser la lucha de todo dominicano consciente que sueñe una mejor sociedad, pero de ahí a ponerle un sólo color y hasta conspirar para desestabilizar a un gobierno no es lo más sano para la democracia tan cara que nos gastamos.
La lucha contra la corrupción y la impunidad debe ser permanente y que abarque a todos y todas, sin distinción de partidos políticos, intereses económicos, políticos, religiosos, sociales o de cualquier índole.