La Pascua Judeo–Cristiana y el Domingo de Resurrección
Rey Díaz, nadaorg.22@outlook.com
Ciudad de Nueva York. El Domingo de Resurrección tiene un profundo significado para todos los cristianos alrededor del planeta tierra. El carpintero de Nazaret, hijo de José y de la Virgen María, había levantado muchas conjeturas dentro de los sectores políticos, religiosos y entre los marginados de Israel.
Después 3 años y medio de ministerio público, fue acusado durante un juicio sumario con cargos difamatorios, y luego de un proceso viciado fue condenado a muerte de cruz.
El día antes de su muerte es decir el jueves de la misma semana cuando murió, había celebrado la Pascua junto a sus discípulos, quienes se unieron con el maestro, en el aposento alto para celebrar la Pascua, este magno evento de la fe judía.
Mientras celebra la pascua, Jesucristo transformó ese evento histórico para decirnos que él representa el cordero pascual, sacrificado por los Judíos, la noche antes de su salida de la esclavitud de Egipto.
Jesucristo, después de dar gracias por el pan, dijo a sus discípulos, “Tomad, comed este es mi cuerpo que por vosotros es partido”. Haced esto en memoria de mí. Luego de haber cenado, tomó la copa con el vino y le dijo a sus discípulos: “Bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” Haced esto en memoria de mí. Por tanto todas las veces que comiereis de este pan, o bebiereis de esta copa, la muerte del Señor anunciad hasta que el venga.”
Anteriormente Jesucristo había compartido con sus discípulos el anuncio de su muerte sobre la cruz. Pero ellos no podían entender lo que el maestro les decía.
La muerte del cordero pascual sacrificado por el pecado del pueblo de Israel durante la víspera de la salida de Egipto, movió al Faraón para dejar ir libremente el pueblo; especialmente después de la muerte de los hijos primogénitos de los egipcios.
Jesucristo es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Todos nosotros somos esclavos del pecado y la maldad. Cristo vino al mundo para pagar el precio de nuestra redención, librándonos de la esclavitud del pecado. Con su muerte sobre la cruz Cristo pagó el precio para comprarnos, ya que pertenecíamos a Satanás, por eso nos redimió de la esclavitud del pecado, y nos liberó para que no fuéramos más esclavos del pecado y sirviéramos al Dios vivo.
Jesucristo no solo sustituye el cordero pascual judío, sino también a todos los demás sacerdotes. Los corderos eran traídos al templo para el sacrifico por el pecado, y este se ofrecía como víctima inocente por los pecados del ofrendante, para que el pecador pudiera vivir en paz con Dios. Pero luego, todos los años, el pecador debía traer de nuevo un sacrificio por sus pecados para ser sacrificado. Los sacerdotes morían y con el tiempo había que reemplazarlos.
Pero Cristo con una sola ofrenda hizo perfecto para siempre a todos los que creen en el sacrificio que hizo por el pecado de toda la humanidad. Como se levantó de entre los muertos al tercer día, su sacerdocio, de interceder por los pecadores es eterno. Además como a Dios no le agrada en realidad el sacrificio de animales muertos, todo aquello era solo una señal que apuntaba a Jesucristo el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
No hay necesidad de ningún otro sacrificio, ni es necesario el derramamiento de sangre de ningún otro animal, o persona. Con una sola ofrenda Jesucristo hizo perfecto a los santificados. Así es que tenemos un sumo sacerdote que traspaso los cielos, sentado a la diestra de Dios Padre, quien intercede delante de Dios por nosotros los pecadores. Jesucristo es nuestro sumo sacerdote, pues con su propia sangre hizo un solo y perfecto sacrificio ante Dios. Además, subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios desde donde intercede por todos nosotros.
Por medio de su palabra, Jesucristo invita a todos los que creemos en él, a no vivir en la práctica del pecado. Cuando creemos en su sacrifico, confesamos nuestros pecados a Dios Padre, él nos perdona y entonces hacemos votos de vivir una nueva vida que agrada al Señor.
El domingo de resurrección es un buen día para empezar una nueva relación con Dios. Te extiendo una invitación para que visites cualquiera de las Iglesias Cristianas, o Católica Romana en el área más cercana donde vivas. Dios está interesado en tener comunión con todos sus hijos e hijas, regresa cuanto antes a su redil.